25 de mayo de 2008

Mensajes en la calle: Un mundo que se encoge


Vivimos en un mundo cada vez más abarcable, si no con la mirada, sí al menos con la sensación de que percibimos sus límites y conocemos el nombre de sus lugares principales, en latitud y en longitud. Otra cosa es que sepamos localizarlos adecuadamente. Mas, en cualquier caso, se trata de un mundo trabado por tupidas relaciones Norte-Sur, Este-Oeste, abierto a todas las direcciones imaginables. Pero, ¿realmente sabemos de la importancia que esto tiene para nosotros?, ¿nos damos cuenta de lo que significa que la mundialización llegue a dominar nuestras vidas y nos sitúe de inmediato ante referencias geográficas que jamás habiamos tenido tan cerca?. Desde luego, no hay limites a la imaginación y a la interpretación sobre la dimensión del espacio, que tanto nos sobrecoge como nos resulta familiar. Por eso ya no nos sorprende el que de pronto nos encontremos con alusiones a la magnitud adquirida por los vínculos comerciales que unen a sociedades que durante siglos han permanecido ajenas entre sí. Yo sí me sorprendí ayer, cuando en un lugar de descanso de la ruta que enlaza Irún con Lisboa se detuvo el camión que aparece en la imagen. Cámara en ristre, la escena quedó grabada como merece.

Pregunté y descubrí la peripecia del trazado: tras partir de Azerbaiyán, habia seguido en dirección a Qom (Irán) y luego a Damasco, para a continuación poner rumbo a Estambul, Chisinau (Moldavia) y Bucarest. De ahí a Centroeuropa, de modo que, cargado de nuevo en Bratislava, el camino a Lisboa - después de hacer una paradita en Vitoria, para descargar y cargar una vez más - era pan comido. Nuestro mundo empequeñecido y sin darnos cuenta.

4 comentarios:

  1. Sí, el mundo es un pañuelo, querido... y nos hemos convertido en la "aldea global" que preconizaba Marshall McLuhan. Besotes, M.

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  2. En lo que nos hemos convertido es algo que no podemos cambiar, pero sí la forma en que nos enfrentamos a ese cambio.
    En mi opinión, debemos buscar el lado bueno de esa ladea global, y tirar por tierra los prejuicios que pueda originar.
    Un saludo.

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  3. MERCHE, J. SANZ. Tenéis razón, la aldea global nos ha sumido en una tremebda paradoja: nos lleva a entender mejor lo que sucede en los antípodas de donde nos encontramos que lo que tenemos delante de la vista y no sabemos valorar ni interpretar. ¿No será que la visión de lo global nos está dificultando nustra capacidad de afrontar los problemas de lo inmediato?. Un cordialísimo saludo

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  4. Pues sí, Fernando, todos estos desastres globables que nos llegan por todos los medios, nos impiden ver los problemas de aquí, de los que están al lado nuestro y los que necesitarían más de nuestra solidaridad. No olvidemos que la caridad bien entendida empieza por uno mismo en principio, en este caso por los nuestros, saharuís incluidos. Besotes, M.

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