Difícilmente podía entenderse la evolución de una sociedad sin tener en cuenta la importancia de sus Centros de enseñanza. Todos - escuelas, colegios, institutos y universidades - forman parte de un acervo cultural y técnico dedicado a la formación de la infancia y de la juventud a lo largo de las diferentes etapas que jalonan el proceso educativo. No hay que establecer entre ellos otra distinción que la que deriva de su relevancia histórica y del prestigio reconocido por parte de la sociedad a la que deben atender y servir. Por eso, cuando se otorga una mención que lo ratifica, muchos ciudadanos vuelven la mirada a aquella Institución educativa con la que a lo largo de los años han llegado a familiarizarse hasta tal punto de sentirse identificados con ella, admitiendo que, en efecto, alguna deuda mantienen con sus profesores y con sus Aulas. Supone esa muestra de respeto y de consideración que merece la tarea, difícil y no siempre reconocida, de educar, gracias a la cual conseguimos ser más libres y mejores ciudadanos.
Durante estos años en que han cambiado los Planes de estudio, los métodos de trabajo, las técnicas experimentales, los enfoques, las pautas y la formas de relación con el profesorado, el Instituto se ha abierto a una demanda social más plural y diversificada. Ya no es el Centro dedicado a la formación de las clases medias sino a alumnos procedentes de todos los sectores sociales, incluyendo los alumnos que llegan de la inmigración y del mundo rural. Ayer como hoy ha mantenido una actitud de coherencia con el objetivo básico de la enseñanza pública, esto es: su capacidad integradora del alumnado, su permanente disposición a atender los problemas que le aquejan, su empeño en asumir el alcance de una responsabilidad que implica dedicación y renuncias no siempre bien correspondidas. Y es que en este proceso de adaptación lo realizado por el profesorado merece un reconocimiento inequívoco, pues pocas tareas profesionales, en el campo de los servicios cualificados, son tan duras y sacrificadas como la docencia en la Enseñanza Secundaria.
En suma, con este premio se ha querido rendir un homenaje, en la acreditada figura del Instituto Zorrilla de Valladolid, a toda la Enseñanza pública, entendida como uno de los pilares de nuestra sociedad en la que los conceptos de competencia profesional y de solidaridad e integración no deben ser entendidos de manera disociada sino como elementos enriquecedores de un patrimonio común que a todos compromete y a todos beneficia.
(Fotografías: Profesores y alumnos en 1907, año en el que se inauguró el espléndido edificio diseñado y construido por el arquitecto Teodosio Torres. Texto: Extracto del discurso leído en el acto de entrega del Premio celebrado en Valladolid el 5 de Junio de 2008. La entrada se encabeza con la foto de familia del Claustro de los profesores que en el curso 2007-2008 se batían el cobre en el Centro que da lustre y prestancia, entre otros edificios emblemáticos, a la Plaza de San Pablo de Valladolid)
Bienvenido sea ese homenaje en tiempos, como tú dices, difíciles para la escuela pública. Son precisamente esas instituciones las que han de formar en libertad a nuestros hijos. Aunque se les intente ahogar con bajos presupestos y nulas inversiones.
ResponderEliminarUn saludo. Y agradecimiento por tus visitas a mi blog.
¡Enhorabuena al Instituto Zorrilla de Valladolid! Especialmente en estos tiempos, como dice "Memoria", que no son nada fáciles para la educación pública en nuestro país. Besotes, M.
ResponderEliminarEs una época, como decís, difícil para la enseñanza pública. La presión de lo privado hace temblar los cimientos de la educación pública. Todo premio o apoyo es bien recibido por aquellos que creemos en la educación pública.
ResponderEliminarSaludos.
Malos tiempos para la enseñanza pública, como dice Memoria. En Madrid se cuenta hoy que se van a cerrar 23 de los 28 Centros de Formación de profesorado.
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/madrid/Aguirre/desmantela/red/formacion/profesores/elpepuespmad/20080607elpmad_5/Tes
Un ataque más contra la calidad de enseñanza por parte de quienes tendrían que fomentarla y propagarla.
Disculpa que aproveche tu entrada para criticar el desguace de la educación madrileña.
Algo me tocará a mí de ese reconocimiento, ¿no?
ResponderEliminarHice en el Zorrilla las prácticas del CAP.
Saludos