18 de junio de 2008

Es bueno, Bono, saber estar a la altura de las circunstancias

Si la solemnidad se torna en impertinente manifestación de autoridad el discurso realizado deriva pura y simplemente en el ridículo. Tratar de infundir con grandilocuencia un mensaje repleto de obviedades cuando no vienen a cuento revela una actitud más propensa a la petulancia que a la sensibilidad por lo que en realidad está ocurriendo en el momento en que se pronuncia. Algo que no debiera suceder.
Es la sensación que tuve al ver y oir a Don José Bono Martínez, presidente del Congreso de los Diputados en España, cuando el dia 14 de Junio presidía, como le corresponde y gusta, un acto de homenaje a personas que habian sufrido prisión durante el fraquismo como consecuencia de sus ideas. Personas mayores, semblantes curtidos por la edad y por experiencias dolorosas, representativos de los muchos que no pudieron estar porque ya están muertos, gentes del pueblo represaliado y sumido en el olvido y en el desprecio durante décadas, gentes tranquilas, sin ganas de alborotar: simplemente unidas por la evocación de lo que padecieron y deseosas de que se les reconozca. En esto, uno de ellos enarboló una bandera tricolor, en recuerdo de las ideas que defendieron. La mostró a la concurrencia y fue aplaudido por ésta. Por un momento, el símbolo de la segunda República Española lució en la sala rutilante del Congreso preparada para el encuentro. Todo inofensivo, simplemente evocador de una época y de unas ideas de libertad. Recuerdos y añoranzas de quienes, escondidos y atemorizados, perdieron, con su juventud, la mejor época de su vida. Pues no se trataba de un acto parlamentario, sino de homenaje y reconocimiento para el que el Congreso se ofrecía como espacio de encuentro.
Pero el Sr. Presidente del Congreso no estaba dispuesto a tolerar tamaña insolencia. Hasta ahí podíamos llegar, se dijo convencido el ilustre chico de Salobre (Albacete), manchego de pro. Con tono rotundo y voz engolada recriminó a quien osaba blandir algo que no tenia sentido, pues ahora la legalidad era otra y que habia que respetarla, que si como invitados que eran tenian que ser respetuosos y bla, bla, bla, que si lo de esa bandera flameando en ese recinto era improcedente y bla, bla, bla.



Una perorata en toda regla, fuera del tiesto, sobre lo que es ahora España y su legalidad constitucional se soltó el tribuno a todo trapo, sin darse cuenta de que todos los presentes lo sabían, estaban de acuerdo con que la legalidad ahora es otra y que nadie la estaba sometiendo a cuestión. Nadie discutía lo que el Sr. Bono pregonaba con tanto énfasis como si de una lección magistral se tratase, sin darse cuenta de que sus palabras eran tan inoportunas como innecesarias. Se trataba de un acto conmemorativo en un contexto emocional lógico e inevitable. Algo excepcional , y así había que entenderlo. Así lo entendieron todos menos Bono Martínez.
Cuando lo ví, y me imagino que a muchos les ocurriría lo mismo, sentí vergüenza ajena, un sentimiento de lástima y pudor al observar la inconcebible postura adoptada por quien no tenía ni idea de lo que allí se estaba conmemorando. Más despistado que un pulpo en un garaje estaba el que otrora fuera presidente de Castilla-La Mancha. Una demostración más de engreimiento ignorante que de desprecio y una prueba de que en aquel momento no supo estar a la altura de las circunstancias. Nadie ha secundado su actitud. Nadie del Partido Popular ha salido en su defensa, mientras algunos de sus correligionarios del PSOE se han mostrado críticos con lo que hizo y dijo el presidente del Congreso.
¿Todos han bajado la cabeza avergonzados ante ese alarde de autoridad improcedente?. Todos no: hete aquí que Doña Rosa Diez González, que lidera un partido llamado UPyD, le ha ganado a Bono en salero recriminador: “la ley no se puede someter a las emociones” ha dicho dicha señora convencida de que una cosa es la gimnasia y otra la magnesia. Menudo descubrimiento, pensando que las emociones desplegadas por esas personas eran atentatorias contra la ley o prevalecían sobre ella. ¿Qué porqué ha hecho eso una que antes fue del PSOE, gobernó en coalición con el PNV, compitió sin éxito con Rodríguez Zapatero por la Secretaria General de su partido y mantuvo su escaño en el Parlamento Europeo en discrepancia permanente con el grupo al que pertenecía, pero sin renunciar a él hasta que ya veia la salida para continuar en política? Ella sabrá. Aunque esa mujer no da puntada sin hilo: tiempo hace que Díez no desaprovecha oportunidad que se le presenta para abrir las puertas de su partido a cuantos, desencantados de la derecha, que ahora toca, y de la izquierda, en cuanto toque, puedan engrosar su militancia y asegurarle un puesto al sol. Ya lo tiene, pero lo quiere más grande, a costa de lo que sea. ¿Qué opinará Fernando Savater de lo que dice en algunas ocasiones Rosa Díez?.

9 comentarios:

  1. Sí la salida de Bono fue totalmente injusta y estúpida. Qué más da que estos antiguos presos políticos, además republicanos, ondearan la bandera...a estas alturas...qué más da. Besotes, M.

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  2. Bono fue todo mal gusto e ignorancia, ya que la bandera republicana no es ilegal,como él dijo.
    Abrazos,
    Diego

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  3. Siempre digo que España no es un país de políticos. Nuestra patria ha sido cantera de literatos, de poetas, de artistas, de pintores, de toreros y casi de cualquier cosa, menos de dirigentes respetables. Salvo honrosas excepciones, claro.
    Sólo hay que echar un vistazo a la historia para sentir vergüenza ajena de la clase de personas que han dirigido nuestros destinos, sean de la índole que sean, tengan las ideas que tengan.
    Aquí lo que prevalece es la cultura del pelotazo o la falta de rigor. Así que me ha encantado leer tu último artículo, pues retrata la mala suerte que tenemos los españoles con nuestros representantes.
    ¿Cambiará algún día esto? Empiezo a perder la fe.
    Un abrazo muy grande y enhorabuena una vez más por el blog.

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  4. Un impresentable es lo que fué Bono.
    Nunca me ha gustado ni él ni su patriotismo de hojalata.
    Lo de Rosa Diez, no tiene nombre, parece que últimamente ha perdido el Norte.
    Un abrazo.

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  5. clase política de charanga y pandereta

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  6. Como tantas otras veces Bono hizo pis fuera el tintero, de Rosa Diez, mejor me lo callo.

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  7. ¡Que emoción hubiera sentido mi abuelo, murió exiliado, al ver esa bandera¡ Bono ¡que poco corazón¡

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  8. Hay dos cosas que no se deben ahcer a las personas que han sufrido por sus ideales: la primera, intentar convencerles de que estaban equivocados. Si esas personas han estado dispuestos a morir y matar por sus ideas, por mucho que a algunos nos resulte la cosa más estúpida del mundo (pragmático que es uno...), no podemos desprestigiarlos y tirar aquello por lo que han luchado por el retrete.
    La otra, es la que hizo Bono: no se puede coartar la expresión de los principios propios siempre que no atente contra la legalidad. Y que yo sepa, esto no atentaba contra la legalidad.
    Saludos.

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  9. Este hombre es como la tía de Alcalá que no es de izquierdas ni es ná.
    De Rosa, mejor me callo.
    ¡Pobres viejos republicanos!

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