Supiste, Pedro, bogar contra corriente
y la corriente se adaptó a tu rumbo.
Era lo más inteligente que podía hacer.
Lograste que tu mundo fuese un mundo de encuentros
en el que todos, salvo los necios y los mezquinos,
nos encontrábamos a gusto. Disfrutábamos con él.
Apenas un rumor, unas palabras,
un comentario, una sonrisa,
una mirada y una idea, apenas una idea,
abrían paso al torrente de la imaginación desbordada.
Así empezaba todo y así todo acababa
como en las tertulias al amor de la lumbre
que nos evocaban la infancia perdida
para disfrute de todos en una madurez enriquecida.
Y cuando todos habíamos hablado, y dicho cosas miles,
llegabas tú, Pedro, con tu mirada perdida,
y nos enseñabas a mirar hacia lo lejos.
Recuerdo a Maria Eugenia cuando discutía contigo,
jamás le reprendiste, porque decíais lo mismo,
pero ella no aceptaba que le dieras la razón,
porque en el fondo sabía que veros debatir a los dos
era un placer por todos esperado.
Vino el otoño de tu vida, y las hojas permanecieron.
En esa etapa yo te conocí,
cuidando de la higuera de tu vida.
Duró poco, porque el invierno se impuso de repente.
Y las nieblas del Pisuerga cegaron el horizonte,
que siempre dibujaste con manos magistrales,
enseñando a entender lo que pocos comprendían.
Al final recurriste a Beethoven para darnos la lección
de lo que hace la música por nuestras vidas.
nos relaja y reconforta. Nos acerca a tu legado.
La indentificamos contigo y con Teresa.
Mas, cuando cerramos los ojos,
nos llegan los sones del Réquiem de Mozart,
que, inmenso, te acompañó como rayo fugaz
en tu última visita a nuestras vidas
silencioso ya como estabas en el centro del templo.
Abarrotado.
(Pedro Gómez Bosque, Catedrático de Anatomía y Profesor Emérito de la Universidad de Valladolid (España), habia nacido en El Escorial (Madrid) el 5 de Julio de 1920. Tras una vida profesional de impresionante alcance y fiel en todo momento al compromiso de una actividad dedicada al magisterio, a la docencia y a la defensa de la libertad, falleció en Valladolid el 21 de Junio de 2008. La fotografía procede del archivo de El Norte de Castilla)
Magistral recuerdo a una persona venerada. ¡ Qué pena que se marchen de nuestras vidas esa gente tan especial y de la que siempre aprendemos!. ¡Sublime y sentido tu recuerdo!. Estoy segura de que él también opinaría lo mismo.Un abrazo
ResponderEliminarCreo que nacería en 1920... Ya he leido en el blog de Diego Fdez. Magdaleno y tu maravilloso comentario, como siempre, el sentir profundo que este hombre os causaba. Sin conocerle, siento mucho que un hombre íntegro e inteligente nos haya dejado. Besotes, M.
ResponderEliminarSoy médico en Palencia y antiguo alumno de Don Pedro. Te conozco de oidas y he oido hablar mucho de ti. Celebro haber descubierto tu blog y leer en él este bellísimo poema a la vida y la muerte de Gómez Bosque. Aparte de buen geógrafo y científico, eres poeta. Joder, qué callado te lo tenías. Un saludo desde la orilla del Carrión, Manero.
ResponderEliminarConocí a Don Pedro en los exámenes de PREU en los que él daba una conferencia, magistral por cierto, y nosotros teníamos que hacer un resumen de la misma. Me ayudó para aprobar, desde luego, pero también a entrar en una nueva dinámica para mí. Ya que por entonces yo había desistido de estudiar arquitectura y no sabía qué hacer, creo que el impacto que este maestro me produjo contribuyó, junto a otras cosas, en mi ingreso en la facultad de Medicina, a pesar de que aquel año se establecieron los duros exámenes de ingreso de números clausus.
ResponderEliminarAsí, le tuve como catedrático en la facultad de Medicina, recibí clases de Biología y Anatomía.
Aunque años más tarde abandoné la carrera para dedicarme a la música, sus clases y su ejemplo en la lucha por la libertad formaron parte de mi bagaje para siempre.
Sus clases eran una pasada. Una de ellas acababa así: …”de manera que desmayarse dentro de una cabina de teléfonos puede ser mortal”. Esto me ha servido para salvar la vida a dos personas y, quizá a una tercera de la que, tras lo anecdótico, no llegué a tener información del hospital al que le enviamos, pero vamos, que aquella chica había recuperado la respiración justo cuando llegaba la ambulancia. Y ahora, que he sobrepasado la edad que él tenía cuando nos explicaba la vejiga, el esfinter, la próstata y los problemas de la migción al llegar a viejo, aplico el “truco” recomendado y le recuerdo varias veces al día. No es coña.
Todos los reconocimientos que recibió no son suficientes pero son más que merecidos.
Javier Arroyo.